El pueblo americano está preocupado por el sistema judicial.
Los americanos siempre han estado muy preocupados por el sistema judicial. Hay muchas películas que critican ese sistema. En España esto no ocurre. Supongo que será porque en verdad los españoles pensamos que el Rey está por encima de todo. Nuestra historia es la que es y la de los EE.UU. es la que es. Los Estados Unidos de América desde su mismo nacimiento se declara una democracia y los principios de igualdad ante la ley, de la libertad, son fundamentales. Los españoles tenemos una historia mucho más larga y en ella la presencia de la autoridad que emana de un ente superior (¿infalible?) ha sido constante. Tanto es así que la mayor parte de la población en España sigue teniendo una idea de la Administración de Justicia como algo de lo que uno no se puede fiar.
Una cosa es el Derecho y otra bien distinta es la Justicia.
A lo largo de la historia ha sido constante la existencia de algo: la necesidad de solucionar los conflictos entre particulares. Y, por supuesto, la de condenar a los criminales. Para ello había que nombrar a unos jueces. Roma fue el pueblo que en la antigüedad más hizo por desarrollar el Derecho, sobre todo el derecho privado. Pero una cosa es el Derecho y otra la Justicia. Para hablar de Justicia hay que referirse necesariamente a las personas que son nombradas jueces. ¿Cómo y por qué unas determinadas personas se postulan para el cargo de juez y de qué manera son elegidas para ese cargo?
También hay que preguntarse sobre el modo en el que esos jueces llegan a conocer la verdad.
Los americanos se plantean si los jueces pueden conocer la verdad. En España esta cuestión solo preocupa a algunos filósofos. La sociedad vive fuera de esta cuestión. No hay películas españolas que muestren una preocupación por este asunto. En Francia se han producido últimamente varias películas que giran en torno a este asunto. He visto una muy buena, una que me parece la mejor película judicial jamás hecha. Se titula «Anatomía de una caída». Está dirigida por Justine Triet. El guion de la película fue escrito por Triet y por Arthur Harari. La actriz principal es Susan Hüller. La película es del año 2023.
La mejor película sobre juicios es francesa y se titula «Anatomía de una caída».
El título de esta película francesa parece que hace un guiño a la película americana «Anatomía de un asesinato», película producida en el año 1959, dirigida por Otto Preminger, basada en la novela de John D. Voelker. El guion lo escribió Wendell Mayes. Y está interpretada por James Sewart, Lee Remick y Ben Gazzara en sus papeles principales.
En las dos películas un juicio ocupa la mayor parte del metraje. Si el juicio es lo importante es porque los productores de las películas han pensado que los juicios son interesantes para la mayor parte de los espectadores.
Me parece que en ambas películas se plantean la gran cuestión: ¿Se puede conocer la verdad en un juicio?
¿Se puede conocer la verdad en un juicio?
¿No es la anterior cuestión de una enorme gravedad? Creo que son muy pocas las cuestiones que una sociedad puede plantearse más importantes que esta. A la sociedad americana parece que esta cuestión le preocupa mucho. Ve en el sistema judicial fallos que pueden llevar a decisiones injustas, decisiones que afectan, sin duda, a los individuos.
Repito la cuestión: ¿Se puede conocer la verdad a través de un juicio?
¡Vaya audacia la de las personas que efectivamente ven que esto es posible! Pero solo serán audaces los que piensen esto por primera vez. Los otros, la mayoría, los que imiten lo que lleva haciendo la sociedad desde hace miles de años no tiene nada de audacia. Ellos no se plantean nada. Para estos no hay cuestión que plantearse alguna. Para ellos todo más o menos está bien y la sociedad va funcionando. Se sientan en la sala donde se celebra el juicio y escuchan a los testigos, a los peritos, a los agentes de la policía encargados de la investigación, toman conocimiento de una serie de documentos… Y de este modo están convencidos de que pueden saber lo que efectivamente pasó. Es raro. Muy raro que la humanidad se haya dado a sí misma una ley que permita esta forma de conocer la verdad. ¿O no es raro? A mí sí me lo parece. Supongo que la humanidad estaba condenada a celebrar juicios. No podía dejar de juzgar las conductas criminales. Los asesinos, violadores y ladrones tenían que recibir un castigo.
¡Y se pensó que era una buena idea que la verdad fuese conocida a través de lo que un testigo pudiera decir en un juicio!
Pero me imagino que desde el principio debieron darse fallos en este sistema. Sin duda, el primero que tuvo que aparecer tuvo que ser el de la obtención de la verdad a través de la prueba testifical. Nadie se puede engañar sobre esto. Sin embargo, esta prueba sigue estando contemplada en la ley como un medio apto para llevar a cualquier juez al conocimiento de la verdad. Esta legislación sobre la prueba de testigos obliga al juez a convertirse en una persona extraordinaria, alguien con la capacidad de saber quién miente, y a través de esta legislación los abogados también se convierten en profesionales del Derecho con aptitudes extraordinarias, como la de obligar al testigo a decir la verdad y si esta perjudica a su cliente hacerle entonces caer en una contradicción (somos una sociedad tan infantil que creemos que el testigo que miente, ante las preguntas de un abogado hábil, siempre acabará cayendo en una contradicción).
Lo importante a tener en cuenta es que la facilidad con la que los testigos mienten o faltan a la verdad, voluntaria o involuntariamente, es sumamente alta. Sin embargo, a nuestra sociedad no le queda más remedio que legislar en favor de esos testimonios, es decir, darles siempre la presunción de validez. Los jueces se sientan en su estrado a escuchar al testigo pensando siempre que el testigo no le va a mentir. En base a esto tiene que dictar su sentencia. La sociedad entiende que es preferible soportar la falta a la verdad de un testigo que dejar sin juzgar algunas conductas. Porque lo cierto es que hasta la fecha a la sociedad no le ha quedado más opción que esta.
Las cosas, sin embargo, gracias a Dios, empiezan a cambiar. Los avances científicos y tecnológicos en poco tiempo acabarán con la prueba testifical como medio idóneo para convencer a un juez de algo. (Lo malo es pensar en todos aquellos que han ido a la cárcel solo en base a lo que haya dicho un testigo en un juicio).
De todas formas, parece que esta ciencia y esta tecnología difícilmente alcanzará a saber lo que estaba en la mente del homicida que está siendo juzgado. En la película de Preminguer se intenta saber cuál fue el estado del espíritu del acusado en el momento de cometer el homicidio. ¿Se volvió loco al saber que su esposa había sido violada?, ¿actuó bajo un impulso irrefrenable?, ¿o es que ya se las tenía juradas a la víctima desde hacía tiempo y todo fue planeado?

